sábado, 30 de marzo de 2013

La Promesa

Los hay agujeros hacia el centro de la Tierra.

Se les puede ver lo oscuro pero jamás lo profundo, nos es imposible a nuestros ojos desde este mundo.

A los señores trabajadores les han hablado de una tierra descrita para ellos como completa e intentan crear un vínculo entre nosotros los mortales con los seres rojos de sangre ardiente que nos esperan allí abajo tan pronto nos demos cuenta de lo que esto representa.

Y cuando terminemos de darnos cuenta de lo que sucede, no nos quedará espacio alguno en la cabeza para identificar lo que es correcto y lo que no, ni lo que algún otro de nosotros debiera hacer ante tal situación.

Esos trabajadores obran de buena voluntad, engañados por el principal de esos seres desconocidos que les ha prometido poco más que riquezas y felicidad por ser la gran aspiración de los mortales promedio.

Así, con un espíritu noble e incapaz de sospechar de el terrible engaño y la más grande obra que jamás hayan hecho ni repetirán, continúan escarbando con el único propósito de llegar y disfrutar por fin de las delicias de las tierras prometidas.




Los trabajadores agujeran las bases de nuestra existencia.

Sin saberlo están acercándonos un paso más a las aguas de lava del subsuelo en el que jamás creímos encontrar algo de lo que debiéramos temer tanto.

Falta muy poco para que la vinculación de nuestra vida, ya superflua, con las aguas turbias y calientes quede hecha, dentro de poco más serán sólo los más alejados de las puertas a la nueva Tierra los que contarán con algunos segundos para analizar lo que ocurre, pero todo será en vano.

Se siente ya cerca el calor de las puertas abriéndose al nuevo mundo, nadie hace nada, nadie puede hacer nada. El voltear alrededor también es en vano porque todo continúa igual, ya no sólo nadie hace nada sino nada hace nada. Las luces colapsan pero con ellas las sombras también lo hacen, ya no son sombras, todo lo que se ve ahora se unifica y crea algo nuevo que jamás alguien habría imaginado ver. Todo es extraño, las cosas han perdido su nombre y su significado, ya nada tiene sentido.

Y ahora es cuando los últimos no saben que hacer con respecto a esto.

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